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Influencia de los alimentos en el Índice de Masa Corporal (IMC)

¡Hola! Hace demasiado tiempo que dejé de publicar artículos sobre cualquier cosa. Mucha gente me ha pedido que vuelva a publicar, al menos para no dejar sin acabar aquello a lo que me había comprometido.
Se refieren sobre todo a las entradas que escribía sobre nutrición. Al retomar ahora las publicaciones, creo que es una obligación complacer aquellos que estaban siguiéndome. Vamos a ello.
En la entrada que hice por el mes de mayo del año pasado sobre el índice de masa corporal (IMC), anunciaba que haría otra referida al contenido de dos documentos que hablaban, el primero de la influencia de los alimentos en el IMC, y el segundo de la importancia de los hábitos sociales en la alimentación y de como esos hábitos pueden influir en el peso y, por lo tanto, en la salud:
El primero de ellos se llama «Recomendaciones nutricionales basadas en  la evidencia para la prevención y el tratamiento del sobrepeso y la obesidad en adultos (Consenso FESNAD-*SEEDO)».Revista Española de Obesidad. Vol. 10 • Suplemento 1 • Octubre 2011, y el segundo “Alimentación y sociedad en la España del siglo XXI» editado por la Fundación Mapfre.
La primera intención era hacer una entrada sobre los dos a la vez pero me he dado cuenta que eso me resulta muy difícil, y por eso intentaré hacer dos entradas diferentes empezando por el documento de consenso.
El documento de consenso, a pesar de que hace ya seis años de su publicación -y ese tiempo para la nutrición, ciencia nueva, es toda una vida-, conserva mucha de su validez, cosa que pone de manifiesto su importancia. Trata de la influencia que los distintos grupos de alimentos energéticos ejercen sobre el IMC. Si estás interesado en el tema, quizás te venga bien repasar la entrada anterior y alguna otra más, y si quieres ampliar puedes encontrar material fácilmente en internet. Pero, como que estoy alargándome demasiado, vamos al grano.
Sobre los hidratos de carbono, dice que aquellas dietas cuyo  contenido sea más alto en carbohidratos complejos (mayor o igual al 50% del contenido energético total) se asocian significativamente a IMC más bajos lo que permite un mejor control del peso.
Recuerda que los cereales son alimentos ricos en hidratos de carbono complejos, mientras que el azúcar y las bebidas azucaradas lo son en simples. Respecto a esto, el documento expresa que el consumo de estos últimos se asocia a IMC más altos. Sobre este punto hay una novedad de hace no demasiada tiempo: antes se creía que los zumos de fruta eran muy sanos y se aconsejaban incluso a la población infantil. Los últimos estudios demuestran que el comportamiento de estos varía respecto del de la fruta de partida cuyo azúcar, para entendernos, se comporta casi como un azúcar complejo, y por eso, mientras se sigue aconsejando comer dos o tres piezas de fruta diariamente, no ocurre lo mismo con el zumo de esa misma fruta, porque hoy en día se sabe que actúan de manera similar a un azúcar simple, lo que hace desaconsejable su consumo diario. La conclusión que se extrae es que se ha comer la fruta con carne y todo, y que, como norma general, no se tiene que beber sólo su zumo. Y también que beber zumos no tiene que convertirse en una costumbre, sino en un hecho esporádico.
Respecto de las grasas, nos parece interesante esto que dice: La ingesta de grasa, después de ajustar su consumo a la energía que nos es necesaria a cada cual, no está asociada con la ganancia de peso en adultos sanos.
Por eso, también dice que, para prevenir el aumento de peso en adultos sanos, resulta más importante el control de la ingesta energética total que el de la ingesta de grasas totales. Puede resultarte curioso que, en las dietas hipocalóricas, no te prohíban ingerir grasa, como proclaman tantas dietas desequilibradas al ser los alimentos que aportan más calorías, pero debes recordar que algunas grasas nos son necesarias para llevar una dieta equilibrada y sana, y que, por ello, no debemos de prescindir de ellas y también que, en cualquier situación, se debe de comer de todo, y , siguiendo esa regla, es mejor bajar la ingesta energética total comiendo menos, que eliminar algún tipo de alimento, siempre manteniendo, más o menos, el equilibrio de la pirámide nutricional.
En cuanto a las proteínas, el Consenso no establece recomendaciones  para el caso de querer bajar de peso, pero sí que relaciona el aumento de éste con el consumo excesivo de carnes, y lo dice claramente: «El elevado consumo de carne y productos cárnicos podría incrementar la ganancia de peso y el perímetro abdominal…».» Limitar el elevado consumo de carne y productos de la carne puede evitar la ganancia de peso debido a este factor». Si a esto añades que la carne roja y los preparados de carne están relacionados con la aparición de multitud de enfermedades resulta evidente la necesidad de limitar su ingesta.

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